Gestión emocional para adolescentes

La adolescencia es una etapa del desarrollo hacia la cual solemos tener muchos prejuicios. Si preguntas a cualquier padre, madre o cuidador de un adolescente, sobre cómo son los días de sus hijos e hijas, probablemente te dirán que son una montaña rusa: altibajos emocionales, impulsividad desmedida y torbellino de sentimientos. Pero ¿cuánto de real hay en esto?

¿Por qué es importante la intervención psicológica en adolescentes?

La adolescencia es un momento crucial en nuestro desarrollo y los adolescentes se benefician enormemente de la intervención psicológica en estos años. Enseñarles habilidades de gestión emocional les permitirá convertirse en adultos más regulados, funcionales y empáticos.

Esto tiene una base neurológica, ya que la corteza prefrontal, encargada de la planificación, la organización, el control de la conducta y la regulación emocional entre otras funciones, no se termina de desarrollar hasta entrada la veintena. Sin embargo, también es cierto que la plasticidad neuronal, es decir, la cualidad del cerebro de modificarse al aprender nuevas habilidades, es mayor durante esta etapa vital, lo que hace que puedan aprender más fácilmente que los adultos.

Además, durante la adolescencia tiene lugar un fenómeno conocido como poda neuronal, gracias al cual se eliminan conexiones neuronales ineficaces, permitiendo que se refuercen las conexiones más importantes, lo que facilita el desarrollo de habilidades cognitivas, emocionales y sociales. Esta poda responde en gran medida al ambiente y al aprendizaje.

¿Qué entendemos por gestión emocional?

Los seres humanos somos capaces de experimentar seis emociones básicas desde el nacimiento: alegría, tristeza, miedo, sorpresa, asco e ira.

A medida que crecemos, estas emociones se van haciendo más complejas, y en la adolescencia ya podemos disfrutar de una amplia gama de emociones. Las emociones tienen una función de supervivencia: son una especie de sistema de alerta que nos avisa de que algo está desequilibrando nuestro sistema. Por ejemplo: si un compañero de clase se mete conmigo, me siento enfadado y este enfado está avisándome de que alguien está vulnerando mis derechos, cruzando un límite o atacándome. Sentir enfado me permite defenderme. ¿Qué puede hacer para defenderse del Bullying? avisar a un adulto para que intervenga, por ejemplo.

La gestión emocional consiste en:

  • Identificar las emociones que sentimos, ponerles nombre, saber cómo se sienten en el cuerpo.
  • Comprender de qué me avisan, cuál es su función y ante qué hecho responden.
  • Entender cómo se relaciona lo que siento, lo que pienso y cómo actúo.
  • Aceptarlas, validarlas, aprender a estar con ellas en lugar de evitarlas.
  • Decidir cómo responder, qué necesita cada emoción que yo haga para poder volver al equilibrio.
  • Aprender formas adaptativas de regulación, resolución de problemas y expresión de lo que siento.

Herramientas de gestión emocional para adolescentes

Para poder integrar todo lo que aprendemos en consulta, usamos materiales de diversa índole:

  • Recursos gráficos:
    • la rueda de las emociones, para ponerles nombre
    • el termómetro o el espectro de colores para identificar la intensidad y la forma en que se siente la emoción
    • juegos como Ikonikus o Dixit, que permiten aprender a expresar las propias emociones y reconocer las de otros
  • Recursos auditivos
    • usamos la música que los adolescentes escuchan para aprender a comunicar las emociones y regularlas
  • Recursos somáticos
    • aprender a escuchar el propio cuerpo y darle salida a las emociones (por ejemplo, estrategias de relajación)
  • Caja de herramientas: ayudarles a elaborar una caja de herramientas (en sentido literal) donde puedan ir guardando elementos que les ayuden a volver a la calma (velas aromáticas, un USB con música alegre o relajante, fotos de su lugar favorito, pelotas antiestrés, etc.).
  • Y por supuesto recurrir a una psicóloga especializada en la gestión de emociones

La gestión de los cuidadores en la gestión emocional de los adolescentes

Cuando los niños son pequeños, no poseen las herramientas de regulación emocional. Son los cuidadores quienes, primero, acuden a calmar al niño, y así les enseñan cómo pueden hacerlo.

De adolescente, si bien ya han ido adquiriendo muchas herramientas, todavía no dominan el arte de usarlas. El cuidador adulto debe seguir ejerciendo de guía y modelo durante la adolescencia también, no solo ayudando al adolescente a volver al equilibrio, sino mostrándole cómo lo hace él mismo.

Por ello, es muy importante que no se oculte al adolescente nuestro propio estado emocional, sino que se le enseñe que nosotros también validamos y aceptamos las emociones como vienen, y usar los recursos que necesitemos en cada momento para poder volver a la calma y no quedarnos atascados en una emoción.

Validar las emociones que el adolescente experimenta así como ayudarles a pensar y decidir qué necesitan a cada momento, ofreciendo un ambiente familiar de apoyo, es la mejor herramienta con la que un adolescente en desarrollo puede contar.

Si tienes hijos o hijas adolescentes y necesitas orientación en su crianza, contacta con nosotras, nos encantará acompañarte.