10 señales de que tu hija/o podría sufrir anorexia

¿Sabías que se estima que los Trastornos de la Conducta Alimentaria (TCA, por si ves por ahí las siglas) han aumentado un 20% durante la pandemia? ¿Que la edad de diagnóstico ha bajado hasta los 9 años en algunos casos, siendo 12 años la media para la anorexia y 16 para la bulimia? ¿Y que un 5% de las personas con anorexia (en el 90% mujeres) fallecen?

Indicadores conductuales de una posible anorexia

Contar con la familia es un pilar fundamental tanto para la detección como para el tratamiento de personas que sufren un TCA. Si tienes hijos o hijas menores, presta atención a estas señales. Son indicadores conductuales (es decir, de la forma de comportarse) que nos alertan sobre un posible riesgo de anorexia:

1. Se pesa y se mira al espejo excesivamente. Es normal que durante la adolescencia o pre-adolescencia la/el menor comience a preocuparse por su imagen, ya que está formándose su identidad adulta. No obstante, si esta preocupación se centra en la figura y el peso, en lugar de en el modo de vestir, andar o hablar (por ejemplo), podría indicarnos un malestar con la imagen corporal. Podría entonces realizar continuas comprobaciones en el espejo para ver que su cuerpo no cambia de tamaño y pesarse con frecuencia.

2. Viste con ropa holgada, con colores oscuros. Con el objetivo de ocultar el cuerpo que tanto malestar le causa, puede comenzar a vestir con ropa más ancha y de colores oscuros para no atraer las miradas de los demás.

3. Restricción alimentaria. Muestra rechazo y evita comer ciertos grupos de alimentos, sobre todo, carbohidratos. Al mismo tiempo, hay una preocupación excesiva por lo que va a comer, por las calorías ingeridas y por la “calidad del alimento”, pide comer “comida sana”, casi en su totalidad vegetal o comida de poco aporte calórico.

4. No come en público. Si rechaza comer delante de otras personas, por ejemplo, no quiere sentarse a la mesa con la familia a la hora de comer o no sale con las amistades a comer fuera, podría indicarnos que sufre miedo a la comida, o a lo que considera “perder el control” de las calorías y alimentos ingeridos, y le da vergüenza que los demás le vean comer.

5. Lleva a cabo rituales peculiares con la comida: desmenuza los alimentos, come muy lento, esparce la comida en el plato. Cuando comen delante de otras personas, pueden empezar a llevar a cabo rituales peculiares, como cortar la comida en trozos muy pequeños, dar vueltas a la comida en el plato, esparcirla para que parezca que hay menos. También podría comer muy lento intentando llenar antes el estómago o retrasar la ingesta total de la porción servida. Cuando termina de comer, se levanta rápidamente y se mantiene activo. Si justo después de la comida va al baño, podría estar realizando purgas (vómitos, ejercicio para bajar calorías) y ser un indicador de gravedad.

6. Esconde comida. Si no hay supervisión a la hora de comer, puede esconder la comida que debería haber ingerido en bolsas o tirarla a la basura.

7. Ingesta excesiva de líquidos o, por el contrario, disminución de los mismos. Puede comenzar a beber más líquido de lo normal para mantener la sensación de saciedad y no pasar hambre. Estas bebidas suelen ser agua y bebidas estimulantes como café o bebidas con cafeína y sin azúcar. Por el contrario, también podría abstenerse de tomar líquidos para evitar la hinchazón.

8. Disminuyen las horas de sueño. Tanto por la ansiedad y los problemas emocionales que con probabilidad padece, como por la obsesión con el movimiento, la actividad y la “quema de calorías”, puede ser que duerma menos de lo habitual. Además, debido a la ingesta insuficiente de nutrientes, puede parecer cansado/a.

9. Aumenta el tiempo dedicado a actividades como estudiar, o actividades “útiles”, para mantener el tiempo ocupado en movimiento. Intenta pasar la mayor parte del día ocupando la mente en otras actividades para intentar olvidar la sensación de hambre y no pensar en comida.

10. Hiperactividad, ejercicio físico excesivo. Unido al punto anterior, realiza ejercicio físico extenuante, a veces durante horas, para intentar “quemar calorías” y bajar de peso (o no subir).

Recuerda que esto son solo una serie de indicadores conductuales, pero la relación con la comida, la restricción alimentaria, el control son solo el síntoma. Debajo de estos comportamientos, las personas que padecen Trastornos de la Conducta Alimentaria suelen sufrir problemas emocionales (ansiedad, depresión, a veces situaciones de acoso, bullying, baja autoestima, miedo al rechazo, etc.). La obsesión por la figura y el peso son solo la punta del iceberg.

Si piensas que tu hija o hijo puede estar en riesgo, puedes contar conmigo para que os acompañe en el camino de recuperación.